Cuando terminé la escuela, ya no entraba nada más en él.
Y la niña que vivía en el papel no hacia mas que soñar con conocer el fondo del mar, le dije que era muy chiquita para eso y se enfadó, del enfado pasó a la tristeza y luego a no hablarme mas.
Se escondía entre la hierba, cerraba los ojos y se quedaba quieta.
Le regalé muchos vestidos, vestidos bonitos para que pudiera salir del papel y atravesar el mundo sin ser descubierta: un vestido de hierba, otro de cielo, uno de mar, uno de mariposas aleteando fuerte a ningún lugar, uno transparente como el viento, uno de noche estrellada con cometas y por ultimo, uno de hojas que caen jugando en el viento.
Le dibujé un jardín también, hermoso y verde, pero al día siguiente de haberlo terminado lo inundo.
Termine dibujándole un pez, enorme y sonriente que parecía estar siempre a punto de quedarse dormido.
Mucho después lo cambió por una mantarraya a la que nunca dibuje.
Mucho después lo cambió por una mantarraya a la que nunca dibuje.
1 comentario:
celebro este cuento
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